LOS INVISIBLES
- elcampodelasletras
- 29 ago 2022
- 3 Min. de lectura
Los invisibles ni me refiero al título de un libro ni al de una película. Aunque supongo que daría para poder escribir una obra (tomen nota los faltos de ideas, que igual les sirve para inspirarse). Porque la literatura tal vez sea tan anciana como la humanidad. Y sí, hace millones de años había literatura aunque no en libros, pero sí en paredes de cuevas, en rocas y en el boca a boca en las noches estrelladas, donde un anciano al calor de una hoguera, contaba hazañas de caza o grandes batallas entre clanes rivales.

Desde entonces y con los adelantos tecnológicos, pasamos de la primera imprenta de Gutenberg hasta las oportunidades de hoy en día con miles de editoriales y negocios, que hacen de las letras algo rentable (no para todos) en algunas ocasiones y en otras simplemente cumplen un papel sociocultural con réditos económicos. Pero tampoco me refiero a estos entes cuando escribo invisibles.

Invisibles son los escritores al otro lado de la valla, los que escriben y no entran en los cánones editoriales, salvo que les paguen (coedición), que entonces si que entran, vaya que si entran cuando por varios miles de euros te imprimen para que uno venda 100 libros, eso sí, muy bien maquetados y revisados ortotipográficamente...

Invisibles son los que escriben, autoeditan y llegan a un reducido grupo de lectores, que afines al estilo o convencidos de apoyar las iniciativas que parecen causa perdida, consumen esa literatura. Porque también es literatura, también son libros y también son letras agrupadas.

He leído autores consagrados que han presentado auténticos bodrios que no han pasado de una semana en las estanterías de las librerías o supermercados, y en cambio, he leído autores invisibles con obras magistrales a sus espaldas, pero... Como no ha habido suerte y nadie ha decidido publicarles, pasan desapercibidos. Y así hay miles, tal vez millones. Basta ver la librería de Amazon, Bubok o Lulu, pero ahí están (ahora, estamos).

No pretendo un alegato contra la estructura literaria mundial, no es fácil ni para las editoriales ni para los agentes literarios encontrar sitio para todos los que se deciden a dar el paso de escribir. Por mi experiencia tras dos años de sorpresas, conversaciones, mensajes y enfados con el mundo editorial (dan también para otro libro), es que la dificultad de poder dar acceso a todos es tan real y aplastante, que no queda otra que elegir comercialmente lo que resulte más interesante. Y lo acepto y lo entiendo. No todo sirve para alimentar el hambre de letras.

Pero, eso no quiere decir que lo que escriben y publican los invisibles valga menos. Llevo años comprando libros de autores que desconozco en muchas de las ocasiones, siempre intentando ajustarme a mis gustos por diversos géneros literarios, y hasta ahora, salvo dos (en los que yo mismo me equivoqué al creer que me gustarían), el resto resultaron como poco curiosos y a la mayor, obras de interés y satisfacción.

Y los tiempos cambian, y hace años era complicado que alguien pequeñito para el sistema sacase una obra a la luz sin tener recursos, padrinos o suerte; ahora todo ha cambiado y cualquiera, quien lo desee, sin temor, puede lanzarse a la aventura. Y como todo en la vida, el primer libro es un disparo en el pie, el segundo en la mano, pero a la tercera ya apuntan hacia la botella de refresco.

Contaré mi experiencia y obviamente los resultados de la misma. Hablaré de como ha sido el camino y como he pasado por encima de todo hasta que he llegado a donde quería llegar. A la primera estación de las muchas a las que pretendo ascender. Por ahora, arriesgad que hay mucha calidad entre los números 3000 de una lista de desconocidos, seguro que si os dejáis sorprender vais a disfrutar de una experiencia que os hará preguntaros porque hasta ahora hemos estado atados a la sota, caballo y rey. Buscad otras cartas de la baraja...

Un invisible.




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